P.P.L de 45 años de edad, acude a la consulta médica privada. Nos narra que desde hace varios años y por tandas o períodos, acusa picores en el vello pubiano, a veces en el escroto (testículos) y de vez en cuando anales. Ha consultado varios médicos que le dicen que es nervioso y le medican con cremas que algo le alivian sin llegar a curarlo del todo. Recientemente siente picores en la punta de la uretra y una erupción en el glande del pene. El paciente manifiesta una vida sexual agitada con numerosas parejas a lo largo del año.
El picor cutáneo o ganas de rascarse la piel, se denomina en el ámbito médico prurito y obedece a numerosas causas. Cuando asienta en la zona genital o aledaña, constituye un síndrome propio, prurito genital que puede presentarse aislado o acompañando otras condiciones.
Es muy importante dada la localización que el médico indague a fondo si no hay una causa infecciosa, venérea o no responsable de la condición. Así debe examinarse con lupa el área para descartar infección por parásitos cutáneos (ladillas, escabiosis, etc), erupciones cutáneas por hongos, bacterias o ambos, examinar el glande y el prepucio y realizar estudio microscópico de la piel, la humedad uretral, anal, etc, aunque el paciente niegue contactos sospechosos o no se observe nada a simple vista.
En los años 30 del pasado siglo, el Dr. Gougerot de París y posteriormente su discípulo Degos, realizaron estudios microscópicos, frotis cutáneos de la zona pubiana, escrotal, anal y del conducto urinario (uretra), en pacientes con síntomas no muy claros o imprecisos, encontrando en la mayoría infecciones subclínicas por hongos, bacterias, parásitos o una combinación de estos, concluyeron en lo que luego denominaron las Dermatosis invisibles.
No son la contaminación o infección por gérmenes o microbios la única razón de los cuadros de picor genital y anal, pero el médico debe esforzarse en descartar tales afecciones. Entre las causas no microbianas, figuran las reacciones de intolerancia a jabones, preservativos, cremas diversas, prendas de vestir (ropa íntima), y, enfermedades de tipo general como la diabetes, trastornos hepáticos y renales y otras enfermedades con repercusión en el área genital. Es de hacer notar que el descubrir tales condiciones en un paciente no elimina la posibilidad de padecer simultáneamente de infecciones microbianas, sean o no venéreas.
Es de recordar la anécdota de un paciente con diagnóstico de pitiriasis capitis (caspa) que arrastraba su condición con extremo picor y había recibido numerosos tratamientos para la descamación y el picor hasta que un médico descubrió que también padecía de piojos. al parecer se olvida que padecer una enfermedad no protege de contraer otras que coexistan con la primera.
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